Capítulo III, descubierto

Recuerdo esa noche, es una mezcla de excitacion y temor, de nervios y satisfacción, me había corrido, casi sin tocarme, viendo como se masturbaba Don Ramón, afortunadamente mi eyaculacion no era por entonces ni muy abundante ni muy potente, me hubiera costado explicarle a mi madre como se habían manchado las cortinas o la pared , gracias a la fortuna todo mi semen, casi transparente por entonces, fue a parar al suelo y fácil de limpiar sin demasiadas complicaciones, pero volvamos al momento, el maravilloso momento que viendo la polla de Don Ramón , tuve, podríamos decir, el primer orgasmo adulto de mi vida, cerré los ojos un segundo y al abrirlos de nuevo mi mundo se puso patas arriba, la cabeza de Don Ramón asomaba por el pequeño ventanuco del baño y miraba hacia mi ventana, ¿me habría visto?

Rápidamente me moví lo más lejos de la ventana que pude, y aunque estaba completamente fuera de la vista de Don Ramón permanecí quieto un par de minutos más como si la mirada de ese hombre pudiera atravesar las paredes y pudiera verme en un rincón de mi cuarto sólo con la camiseta y mi polla aún goteando restos de mi corrida, me limpié con mis calzoncillos y me metí en la cama, no tenía fuerzas para estudiar, pero tampoco podía dormir…la imagen de la polla de Don Ramón, erecta, dura, mojada, con esa mata de vello de su entrepierna mientras se pajeaba, no se me iba de la mente y entonces me hice una paja, pensando en Don Ramón, pensando en su polla.

A la mañana siguiente al despertarme, tenía una erección algo normal para los chicos de mi edad , despacio me acerqué a la ventana y miré hacia el piso de Don Ramón, como siempre las cortinas estaban abiertas pero ni rastro de don Ramón, mi ahora deseado, Don Ramón.

El día se presentaba como cualquier día de verano para un mal estudiante con asignaturas pendientes, ducha, con paja por supuesto, desayuno y a estudiar, mis padres por aquel tiempo regentaban un pequeño bar/restaurante cerca de casa, mi madre cocinaba y mi padre atendía la barra, yo pasaba prácticamente el día solo, hasta la cena que volvían a casa, y a la hora de comer iba al bar y comía con mamá, luego vuelta a casa y a seguir estudiando, o lo que fuera que hiciera, cuando llegó el momento de ir a comer un turbio pensamiento se alojó en mi mente ¿ y si veía a Don Ramón? ¿ y si de verdad me había visto la noche anterior? ¿y si se lo decía a mis padres?

De repente se me quito el apetito, no tenía hambre, pero si no iba al bar, tendría que dar más explicaciones, me armé de valor y salí de casa, lo hice deprisa como si me persiguiese el diablo, no quería ver al hombre que me habia proporcionado ese placer tan desconocido para mi, el hombre que me había inspirado para hacerme tres pajas ese día, si tres, añoro la juventud… me vuelvo a dispersar, bajaba por las escaleras, saltando los escalones de dos en dos, cuando me acercaba al portal, donde Don Ramón tenía su pequeño cuartito acristalado y donde le había visto mil veces con su periódico deportivo saludando a todos los vecinos, frené, y me asone despacio buscando su figura en la silla, con la camisa abierta, fumando y mirando su periódico, si amigos, en esos tiempos se podía fumar en cualquier lugar, tuve suerte, ni rastro de don Ramón, ni su periódico, ni siquiera olía a tabaco, respire tranquilo y fui a comer, es curioso que a esa edad los temores de repente te atenazan y por el contrario suelen desaparecer completamente como si no hubieran existido

La comida fue rápida, una parte por que en el bar había mucho trabajo y otra porque debía seguir estudiando, me despedí de mis padres y de sus reproches, e inicié el camino de regreso, volvieron a mi mente los pensamientos oscuros y el miedo, aunque siendo la hora de comer confiaba que don Ramón no estaría en su puesto, al llegar al portal, me di cuenta del gran problema que tenía, había salido tan deprisa de casa que olvidé mis llaves, solo tiré de la puerta y corrí escaleras abajo, y ahora no podía entrar.

Tenia dos opciones, volver al bar, para aguantar otra bronca de mis padres, la otra era pedir al portero, Don Ramón, que me prestase la llave de casa que guardan los porteros para este tipo de emergencias, estaba aterrorizado, pero mi joven mente se convenció de que la noche anterior Don Ramón no me había visto espiando, y no tenía porqué saber nada, con una valentía fingida apreté el timbre de la porteria y esperé.

Pasaron un par de minutos antes de que tras la puerta de la porteria don Ramón preguntase quien es, con un hilo de voz dije quien era y lo que me había ocurrido, a los dos segundos la puerta se abrió y casi se me para el corazón, Don Ramón estaba detrás de la puerta cubierto por una toalla demasiado pequeña para ese corpachon que tanto admiraba, y me apresuró a pasar pidiendo disculpas, había estado preparando la caldera del edificio para el próximo otoño y se estaba duchando, yo miraba al suelo, no me atrevía a mirarlo a la cara, pero la imagen fugaz de la pequeña toalla que vi cuando abrió la puerta aparecía en mi cabeza sin parar, de esa ensoñación me sacó la voz de Don Ramón:

-toma, eh, despierta ¿la quieres o no?

Me dijo, con la llave en su mano derecha, mientras la izquierda apenas podía sujetar la toalla, tímidamente extendí la mano para cogerla.

-¿que te pasa? No me digas que te da vergüenza que esté asi delante de ti, ¿no?

-no, no, no es…

Antes de que pudiera decir algo más, su mano izquierda dejo caer la toalla, y a menos de un metro de mí, estaba el hombre que había inspirado mis pajas durante las últimas horas completamente desnudo.

-asi lo ves mejor que anoche, tras la cortina ¿verdad?

-yo… no…

-no te preocupes, no se lo diré a tus padres pero dime, ¿ te gustó lo que viste?

-yo, yo…

No sabía que decir, no sabía que pensar, no podía moverme, solo podía mirar su polla, no estaba dura del todo, pero aún así era enorme, dos o tres veces el tamaño de la mia, con todo ese vello, estaba hipnotizado admirando ese prodigio de masculinidad, viendo como iba creciendo y mostrándose orgullosa ante mi, sin darme cuenta que mi propia polla también se estaba levantando, y era tan evidente el bulto en mi pantalón de chándal para don Ramón, que acercándose aún más y muy despacio puso el dedo índice en la punta de mi bulto…

-parece que si, por lo menos a este amiguito que tienes escondido aquí…

Sin darme tiempo a reaccionar, su otra mano y de un firme tirón, bajó mi pantalón junto con el calzoncillo, dejando mi polla, completamente erecta, a su entera disposición, era la primera vez que otra persona me tocaba la polla, lo hizo muy delicadamente, notaba su mano áspera como un placer desconocido, retiró mi prepucio, mi glande brillante ahora estaba al descubierto, lo acarició con el pulgar, su otra mano acariciaba mi pubis, apenas con una incipiente pelusa, se había acercado tanto que podía notar su calor corporal, entonces reparé en su erección, su enorme erección, tenía la polla apenas a unos centímetros de la mia, y esa imagen provocó mismo efecto que la noche anterior, y me corrí en su mano…

-Eso es, disfrútalo…

me susurraba prácticamente en mi oído, sin dejar de mover su mano cubierta con mi semen

-¿te gusta?

-si, si…

Yo no dejaba de mirar su polla, tan cerca, tan dura, con ese capullo brillante, la veía latir, cimbreandose como si tuviera vida propia…

-puedes tocarla, si quieres…solo haz lo mismo que hago yo, no temas nada, nadie lo sabrá nunca, ¿quieres hacerlo?

No contesté, tímidamente alargue mi mano, la toqué, solo con la punta de mis dedos, la noté caliente, muy caliente, envalentonado la cogí, noté su dureza, su latido, me sorprendió la suavidad de la piel, el relieve de las venas, y podría decir que noté su peso, mi mano apenas cubría un tercio de esa vara, y de manera natural, por primera vez en toda mi vida, empecé a hacerle una paja a otro hombre.

Estaba tan absorto en mi trabajo manual, que no fui del todo consciente como don Ramón me había desnudado completamente, no le fue difícil, solo me quitó la camiseta y como mis pantalones y calzoncillos estaban en mis tobillos solo lo pisó para que sacase los pies, y así estaba en pelotas delante de un hombre desnudo que prácticamente me triplicaba la edad.

Mi polla seguía dura, él se acerco todo lo que pudo, notaba su cuerpo contra el mio, su aliento, su calor, me acariciaba el pecho, la cara, los hombros, puso su mano en mi nuca y al levantar mi cara me besó, un beso adulto, caliente, húmedo, su lengua se introdujo en mi boca y para mi sorpresa la recibí con placer,era mi primer beso, era mi primera vez en muchas cosas, en ese estupor sexual maravilloso y onírico, de su boca empezó a exalar un tenue gemido ahogado en nuestros besos y un calor húmedo muy real estalló sobre mi pecho, mi estómago y mi pubis, se había corrido, una cantidad de semen increíble para mi y mucho más viscoso que el mio, resbalaba por mi piel por primera vez.

-me ha gustado mucho, ¿a ti también?

No pude contestar, me besaba otra vez, y yo no quería o no podía rechazarlo, solo quería sentir, sentir sus besos, sus caricias, su polla, incluso su semen.

-será mejor que te duches, te he puesto perdido de lefa, ja ja ja, no querrás subir así a tu casa, ¿ verdad?

Asentí con la cabeza, incapaz de articular palabra alguna.

-ve a la ducha, ya sabes donde es, ¿no?, yo recojo tu ropa, ahora te llevo una toalla.

Publicado por Viri Quod amo

Aquí contaré de forma novelada mis recuerdos, la línea temporal no es cronológica, no todo sucede tan deprisa como en los relatos.

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